Apuntes e ideas sobre la situación del COVID-19 en los barrios populares
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A partir de la situación que estamos viviendo producto de la pandemia del COVID-19, desde TECHO reorientamos nuestro trabajo en territorio para poder dar respuesta a las necesidades que surgen en los barrios populares en los que trabajamos. Luego de más de un mes de haber comenzado este trabajo y mientras avanzamos con generación y análisis de información más detallada, nos parece importante compartir algunos apuntes de esta experiencia para aportar ideas al debate sobre próximas medidas, teniendo en cuenta la situación particular y urgente que atraviesan quienes habitan estos barrios.
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No existen instancias de centralización de la información de la demanda alimentaria que surge en los barrios como tampoco de la intervención o en los mismos (tanto desde las políticas implementadas por los distintos gobiernos como de las iniciativas de organizaciones sociales y/o privadas). En general, esto se da por la falta de generación de la misma o bien por descoordinación y/o la falta de capacidad para ordenarla y compartirla.
Falta de claridad sobre la permanencia y la dinámica de algunas acciones que buscan paliar la emergencia alimentaria. Por ejemplo, la presencia de Gendarmería en algunos barrios entregando comida hecha. Los/as vecinos/as señalan al respecto que este tipo de acciones “aparecen y desaparecen” sin conocer su periodicidad y continuidad.
Las líneas telefónicas de reclamos y/o pedidos de asistencia en algunos municipios están colapsadas o fuera de servicio, lo que imposibilita el acceso a la información requerida para la solicitud de insumos de mercadería a nivel municipal o similares.
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En primer lugar y de manera destacada, la principal demanda es de alimentos. Luego, insumos de higiene y en algunos casos particulares, agua y medicamentos.
La situación es crítica: empezaron a surgir las ollas populares organizadas por vecinos/as, cuya actividad depende exclusivamente de la obtención de insumos para cocinar. Al momento, tenemos conocimiento de barrios enteros donde las familias cubren una sola comida al día. En las últimas dos semanas, se observa un incremento pronunciado de demanda de alimentos, principalmente por la prolongación de las medidas sanitarias que imposibilitan el trabajo a miles de personas y las demoras en la gestión de políticas implementadas como el Ingreso Familiar de Emergencia.
La aparición de estas nuevas ollas comunitarias, de espacios o comedores que han surgido (varios de los espacios en los que TECHO trabaja en conjunto con vecinos/as en los se convirtieron en comedores frente a esta situación) y similares vuelve a mostrar una vez más que las propias comunidades son las primeras que responden ante la emergencia con organización propia. Los/as propios/as vecinos/as cumplen el rol de asistencia inmediata más próxima y efectiva frente a la emergencia.
Los barrios no están preparados para la aparición de casos de COVID-19, principalmente porque el cumplimiento del aislamiento en pacientes positivos es prácticamente imposible por las condiciones de precariedad habitacional y el hacinamiento y porque no existen protocolos específicos que se adapten a la realidad de estos territorios. Sumado a esto, la falta de acceso al agua y/o la escasa presión en muchos barrios, por la irregularidad de la conexión, hace imposible cumplir con las medidas mínimas de higiene y prevención para evitar la propagación del virus.
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La mayoría de los gobiernos municipales están sobrepasados de demandas con partidas presupuestarias nacionales que tardan demasiado en llegar y esto ralentiza mucho más de la cuenta la llegada de alimentos a los barrios.
En la mayoría de los distritos no se cuentan con protocolos de actuación específicos para enfrentar el COVID-19 en los barrios populares.
Los comités de crisis locales, que son la referencia más cercana para quienes están interviniendo en la urgencia, no incluyen al total de las organizaciones e iniciativas que están trabajando en el territorio.
La comunicación y la implementación de las políticas anunciadas debe ser más clara y asegurar su llegada a las familias de los asentamientos. A la situación de incertidumbre, se suma toda otra serie de preocupaciones como la higiene, el cumplimiento de los requerimientos de la cuarentena, el cobro de prestaciones y asignaciones nuevas a las que no están acostumbrados/as, la falta de trabajo, entre muchas otras más, que agravan la situación.
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La situación actual no hizo más que poner en manifiesto una situación estructural de un sinfín de déficits acumulados a los que están sometidos más de 4 millones de personas que viven en estas condiciones.
A esta situación estructural, mientras que se ponen en práctica medidas de emergencia, hay que ofrecerle respuestas estructurales.
La ley 27453 (Integración Socio Urbana de Barrios Populares) contempla el marco jurídico necesario y presupuestario para poder avanzar en este tipo de procesos. Especialmente en lo que refiere al acceso a servicios públicos, infraestructura básica a nivel barrial, dispositivos de salud y educación, entre otros.
Otro aspecto que pone a la luz esta situación es el funcionamiento de la política real y todo el esquema de favoritismos en la implementación de las políticas públicas en los distintos niveles de gobierno. El estado es el encargado de coordinar las acciones, pero es necesario que esta tarea se realice con transparencia y que todos los actores barriales puedan acceder a estas prestaciones.
Se están realizando muchas acciones para enfrentar una misma situación, es necesario avanzar en una coordinación mayor y mejor para poder tener mejores resultados.
La situación también nos llama a reflexionar sobre el análisis que se suele tener respecto a quienes habitan los barrios populares. El crecimiento tan marcado de la demanda de alimentos en gran medida por la disminución del trabajo no registrado (cuidados, changas, construcción, entre otros) nos muestra que quienes viven en los barrios populares al igual de quienes lo hacen en otros lados, tienen al trabajo como un ordenador principal a la hora de llevar adelante su proyecto de vida y es una arista fundamental a contemplar en próximas medidas.
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ACERCA DE TECHO
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TECHO es una organización de la sociedad civil que busca superar la pobreza en asentamientos informales de Latinoamérica, a través de la acción conjunta entre voluntarios y vecinos. TECHO cuenta con oficinas en Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, Corrientes, Chaco, Tucumán, Neuquén, Río Negro, Salta y Misiones. Con la implementación de un modelo de trabajo enfocado en el desarrollo comunitario, la promoción de la conciencia y acción social y la incidencia en espacios de toma de decisión y de políticas públicas, TECHO busca construir una sociedad justa y sin pobreza.
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