Así como el señor Árbol que camina deseó tener su propio libro y se cumplió,
vos también podés desear fuerte fuerte y confiar en que verás a tus sueños manifestarse.
A veces no nos creemos esto del todo, o no sabemos muy bien cómo visualizar lo que queremos, por eso te invitamos a jugar a
“El árbol de los deseos”.
Lo primero será que dibujes tu árbol.
Alto o bajo, menudo o frondoso…
¡es tú árbol y vos elegís su forma!
Luego, vas a necesitar sentir adentro tuyo cuáles son esos deseos que aparecen cuando hacés un poco de silencio y los llamás: podés cerrar los ojos y apoyar tus manos en tu corazón, acostarte y aquietarte por un momento, o lo que necesites para escucharte.
Por último, cada uno de esos deseos que acudieron a tu llamado se convertirán en cartelitos que cuelgan de tu árbol, de las ramas o de las hojas, de las flores o de las frutas.
En cada cartelito podés escribir tu deseo o dibujarlo.
Ese será tu árbol: guardalo en algún lugar donde puedas volver a verlo cada tanto e ir viendo cómo los verdaderos deseos se cumplen, así tarden poco o mucho.